Exploración espacial y su impacto en la salud humana

Exploración espacial y su impacto en la salud humana

Exploración espacial y su impacto en la salud humana

Dec 2, 2024

Dec 2, 2024

Dec 2, 2024

Descubre cómo los viajes espaciales afectan al cuerpo humano al examinar cómo responde a la microgravedad, la radiación cósmica y otros factores relacionados con el espacio. Aprende sobre los desafíos que pueden enfrentar las misiones futuras de larga duración, como un viaje a Marte.

Descubre cómo los viajes espaciales afectan al cuerpo humano al examinar cómo responde a la microgravedad, la radiación cósmica y otros factores relacionados con el espacio. Aprende sobre los desafíos que pueden enfrentar las misiones futuras de larga duración, como un viaje a Marte.

Descubre cómo los viajes espaciales afectan al cuerpo humano al examinar cómo responde a la microgravedad, la radiación cósmica y otros factores relacionados con el espacio. Aprende sobre los desafíos que pueden enfrentar las misiones futuras de larga duración, como un viaje a Marte.

La exploración espacial ha fascinado a la humanidad durante décadas, con avances tecnológicos que permiten misiones tripuladas más allá de la órbita terrestre. Sin embargo, estos viajes presentan desafíos significativos para la salud humana. El entorno espacial es muy diferente al de la Tierra, y la exposición prolongada puede afectar profundamente al cuerpo. Este texto explora cómo el cuerpo humano reacciona a la microgravedad, la radiación cósmica y otras condiciones espaciales, así como los desafíos que podrían enfrentar las futuras misiones de larga duración, como un viaje a Marte.

Microgravedad y sus efectos en el cuerpo humano

La microgravedad, una condición en la que las personas o los objetos parecen casi ingrávidos, se produce en el espacio debido a la reducción de la fuerza gravitacional. Los astronautas experimentan esta condición mientras están en órbita en la Estación Espacial Internacional (EEI).

En microgravedad, los músculos, especialmente los de las piernas y la espalda, no necesitan trabajar tanto para soportar el cuerpo, lo que lleva a la atrofia muscular, una reducción de la masa y la fuerza muscular. Incluso con ejercicio diario, los astronautas suelen regresar a la Tierra con músculos debilitados, lo que se debe a una disminución del volumen sanguíneo, menor presión arterial y una reducción en la fuerza cardíaca.

Además, la ausencia de una carga constante en los huesos, similar a la osteoporosis, provoca una pérdida significativa de densidad ósea, lo que aumenta el riesgo de fracturas. Durante una misión de seis meses en la EEI, los astronautas pueden perder hasta un 1% de su densidad ósea por mes. Los ejercicios de resistencia y los medicamentos, como los bifosfonatos, son esenciales para mantener la salud ósea durante misiones prolongadas.

Radiación espacial y riesgos para la salud

En el espacio, los astronautas se enfrentan a niveles mucho más altos de radiación cósmica que en la Tierra, donde la atmósfera y el campo magnético actúan como escudos protectores. Esta radiación, compuesta por partículas solares energéticas y rayos cósmicos galácticos, puede penetrar el tejido humano y dañar las células, afectando negativamente el microbioma intestinal, acelerando la aterosclerosis, remodelando los huesos e impactando la formación sanguínea.

La exposición prolongada a la radiación espacial aumenta significativamente el riesgo de cáncer, cataratas y enfermedades degenerativas, además de causar daños en el ADN, lo que puede llevar a mutaciones dañinas. En misiones de larga duración, como las previstas para Marte, este riesgo es aún mayor, ya que la radiación LET alta (Transferencia Lineal de Energía) puede causar disfunción cardíaca y cambios epigenéticos asociados con el desarrollo de cáncer.

Impacto en el sistema cardiovascular

En el espacio, la ausencia de fuerza gravitacional altera la distribución de fluidos en el cuerpo, lo que resulta en hinchazón facial, disminución del volumen sanguíneo en las piernas y aumento de la presión intracraneal, que puede provocar problemas como el "síndrome de la cara lunar" y dificultades visuales. Esta redistribución de líquidos también aumenta el riesgo de trombosis venosa durante misiones prolongadas.

Además, la falta de actividad física intensa en microgravedad puede llevar a un deterioro cardiovascular. El corazón pierde parte de su masa muscular y su capacidad para funcionar eficientemente sin el esfuerzo necesario para bombear sangre contra la gravedad, lo que provoca mareos y baja presión arterial al ponerse de pie tras regresar a la Tierra. Aunque estos cambios cardíacos suelen ser reversibles, el riesgo de arritmias, como la fibrilación auricular, puede aumentar debido a cambios estructurales en el corazón y su electrofisiología.

Alteraciones en el sistema inmunológico

Durante los viajes espaciales, el sistema inmunológico puede volverse menos efectivo, haciendo que los astronautas sean más susceptibles a infecciones virales y bacterianas. El estrés del entorno aislado y confinado en el espacio puede debilitar aún más las defensas del cuerpo, aumentando el riesgo de reactivación de virus latentes como el Epstein-Barr y el Citomegalovirus, lo que puede resultar en complicaciones inmunitarias como la "fiebre espacial".

Además, algunos virus, como los de la familia del herpes, pueden reactivarse en los astronautas debido a la inmunosupresión, incluso sin síntomas visibles, lo cual puede ser peligroso durante misiones largas donde el acceso a atención médica es limitado. Otro desafío es que las bacterias en el espacio tienden a ser más resistentes a los antibióticos, lo que representa un riesgo adicional para la salud de los astronautas.

Impactos psicológicos y cognitivos

Los astronautas enfrentan largos períodos de aislamiento y confinamiento durante las misiones espaciales, lo que puede provocar estrés psicológico, ansiedad, depresión y problemas de sueño. La falta de interacción social y la distancia de los seres queridos agravan estos desafíos.

Además, la microgravedad y la exposición prolongada a la radiación pueden afectar la función cognitiva, causando lagunas en la memoria, dificultad para concentrarse y problemas en la toma de decisiones. Estos problemas pueden agravarse con el "fog espacial", una condición caracterizada por la falta de enfoque y déficits cognitivos que pueden ocurrir en misiones prolongadas.

Alteraciones del ciclo del sueño

En el espacio, donde no hay un ciclo natural de día y noche, los astronautas pueden tener dificultades para mantener un ritmo de sueño regular. La ausencia de un ritmo circadiano natural puede provocar insomnio, somnolencia diurna y una menor calidad del sueño, afectando la salud y el rendimiento general.

Para mitigar estos efectos, la EEI utiliza sistemas de iluminación que simulan un ciclo de día y noche. Sin embargo, a pesar de estas medidas, los trastornos del sueño siguen siendo un problema común entre los astronautas, afectando su salud mental y física a largo plazo.

Desafíos de salud durante la reentrada y readaptación

Después de largas misiones espaciales, la readaptación a la gravedad terrestre puede ser difícil. Los astronautas suelen experimentar mareos, problemas de equilibrio y debilidad muscular. La rehabilitación es crucial para la recuperación, y puede llevar semanas o incluso meses para que el cuerpo vuelva a la normalidad.

Algunos de los efectos de los viajes espaciales, como la pérdida de densidad ósea y los cambios en la visión, pueden persistir durante años después del regreso a la Tierra. Los estudios sugieren que el riesgo de hipotensión ortostática puede mitigarse con contramedidas de ejercicio agresivo durante el vuelo, aunque la atrofia cardíaca observada durante la reentrada puede persistir temporalmente.

Preparación para futuras misiones de larga duración

Con planes para enviar humanos a Marte y otras partes del sistema solar, los efectos de los viajes espaciales en el cuerpo humano se convierten en una preocupación aún mayor. Las misiones a Marte, por ejemplo, podrían durar hasta tres años, lo que requerirá nuevos enfoques para proteger la salud de los astronautas durante y después de la misión.

Se están desarrollando nuevas tecnologías para abordar los desafíos de los viajes espaciales de larga duración, incluidos trajes espaciales avanzados que protegen contra la radiación y hábitats que simulan una gravedad similar a la terrestre. Además, se está explorando la inteligencia artificial para predecir riesgos para la salud y ayudar en el diagnóstico y tratamiento en tiempo real, garantizando la salud y el bienestar de los astronautas en futuras misiones.

Los viajes espaciales representan una frontera fascinante y desafiante para la humanidad. Sin embargo, los efectos adversos en el cuerpo humano exigen una atención cuidadosa y soluciones innovadoras. A medida que avanzamos hacia misiones más largas y distantes, como un viaje a Marte, comprender y mitigar estos efectos será crucial para el éxito y la seguridad de los astronautas. El desarrollo de nuevas tecnologías, incluida la inteligencia artificial, será esencial para garantizar la salud y el bienestar de los astronautas en futuras misiones, permitiendo una exploración espacial segura y sostenible.

Referencias

How the human body changes in space. Disponible en: https://www.bcm.edu/academic-centers/space-medicine/translational-research-institute/space-health-resources/how-the-body-changes-in-space. Acceso en: 4 sept. 2024.

KRITTANAWONG, C. et al. Human Health during Space Travel: State-of-the-Art Review. Cells (Basel, Switzerland), v. 12, n. 1, p. 40, 2022.

La exploración espacial ha fascinado a la humanidad durante décadas, con avances tecnológicos que permiten misiones tripuladas más allá de la órbita terrestre. Sin embargo, estos viajes presentan desafíos significativos para la salud humana. El entorno espacial es muy diferente al de la Tierra, y la exposición prolongada puede afectar profundamente al cuerpo. Este texto explora cómo el cuerpo humano reacciona a la microgravedad, la radiación cósmica y otras condiciones espaciales, así como los desafíos que podrían enfrentar las futuras misiones de larga duración, como un viaje a Marte.

Microgravedad y sus efectos en el cuerpo humano

La microgravedad, una condición en la que las personas o los objetos parecen casi ingrávidos, se produce en el espacio debido a la reducción de la fuerza gravitacional. Los astronautas experimentan esta condición mientras están en órbita en la Estación Espacial Internacional (EEI).

En microgravedad, los músculos, especialmente los de las piernas y la espalda, no necesitan trabajar tanto para soportar el cuerpo, lo que lleva a la atrofia muscular, una reducción de la masa y la fuerza muscular. Incluso con ejercicio diario, los astronautas suelen regresar a la Tierra con músculos debilitados, lo que se debe a una disminución del volumen sanguíneo, menor presión arterial y una reducción en la fuerza cardíaca.

Además, la ausencia de una carga constante en los huesos, similar a la osteoporosis, provoca una pérdida significativa de densidad ósea, lo que aumenta el riesgo de fracturas. Durante una misión de seis meses en la EEI, los astronautas pueden perder hasta un 1% de su densidad ósea por mes. Los ejercicios de resistencia y los medicamentos, como los bifosfonatos, son esenciales para mantener la salud ósea durante misiones prolongadas.

Radiación espacial y riesgos para la salud

En el espacio, los astronautas se enfrentan a niveles mucho más altos de radiación cósmica que en la Tierra, donde la atmósfera y el campo magnético actúan como escudos protectores. Esta radiación, compuesta por partículas solares energéticas y rayos cósmicos galácticos, puede penetrar el tejido humano y dañar las células, afectando negativamente el microbioma intestinal, acelerando la aterosclerosis, remodelando los huesos e impactando la formación sanguínea.

La exposición prolongada a la radiación espacial aumenta significativamente el riesgo de cáncer, cataratas y enfermedades degenerativas, además de causar daños en el ADN, lo que puede llevar a mutaciones dañinas. En misiones de larga duración, como las previstas para Marte, este riesgo es aún mayor, ya que la radiación LET alta (Transferencia Lineal de Energía) puede causar disfunción cardíaca y cambios epigenéticos asociados con el desarrollo de cáncer.

Impacto en el sistema cardiovascular

En el espacio, la ausencia de fuerza gravitacional altera la distribución de fluidos en el cuerpo, lo que resulta en hinchazón facial, disminución del volumen sanguíneo en las piernas y aumento de la presión intracraneal, que puede provocar problemas como el "síndrome de la cara lunar" y dificultades visuales. Esta redistribución de líquidos también aumenta el riesgo de trombosis venosa durante misiones prolongadas.

Además, la falta de actividad física intensa en microgravedad puede llevar a un deterioro cardiovascular. El corazón pierde parte de su masa muscular y su capacidad para funcionar eficientemente sin el esfuerzo necesario para bombear sangre contra la gravedad, lo que provoca mareos y baja presión arterial al ponerse de pie tras regresar a la Tierra. Aunque estos cambios cardíacos suelen ser reversibles, el riesgo de arritmias, como la fibrilación auricular, puede aumentar debido a cambios estructurales en el corazón y su electrofisiología.

Alteraciones en el sistema inmunológico

Durante los viajes espaciales, el sistema inmunológico puede volverse menos efectivo, haciendo que los astronautas sean más susceptibles a infecciones virales y bacterianas. El estrés del entorno aislado y confinado en el espacio puede debilitar aún más las defensas del cuerpo, aumentando el riesgo de reactivación de virus latentes como el Epstein-Barr y el Citomegalovirus, lo que puede resultar en complicaciones inmunitarias como la "fiebre espacial".

Además, algunos virus, como los de la familia del herpes, pueden reactivarse en los astronautas debido a la inmunosupresión, incluso sin síntomas visibles, lo cual puede ser peligroso durante misiones largas donde el acceso a atención médica es limitado. Otro desafío es que las bacterias en el espacio tienden a ser más resistentes a los antibióticos, lo que representa un riesgo adicional para la salud de los astronautas.

Impactos psicológicos y cognitivos

Los astronautas enfrentan largos períodos de aislamiento y confinamiento durante las misiones espaciales, lo que puede provocar estrés psicológico, ansiedad, depresión y problemas de sueño. La falta de interacción social y la distancia de los seres queridos agravan estos desafíos.

Además, la microgravedad y la exposición prolongada a la radiación pueden afectar la función cognitiva, causando lagunas en la memoria, dificultad para concentrarse y problemas en la toma de decisiones. Estos problemas pueden agravarse con el "fog espacial", una condición caracterizada por la falta de enfoque y déficits cognitivos que pueden ocurrir en misiones prolongadas.

Alteraciones del ciclo del sueño

En el espacio, donde no hay un ciclo natural de día y noche, los astronautas pueden tener dificultades para mantener un ritmo de sueño regular. La ausencia de un ritmo circadiano natural puede provocar insomnio, somnolencia diurna y una menor calidad del sueño, afectando la salud y el rendimiento general.

Para mitigar estos efectos, la EEI utiliza sistemas de iluminación que simulan un ciclo de día y noche. Sin embargo, a pesar de estas medidas, los trastornos del sueño siguen siendo un problema común entre los astronautas, afectando su salud mental y física a largo plazo.

Desafíos de salud durante la reentrada y readaptación

Después de largas misiones espaciales, la readaptación a la gravedad terrestre puede ser difícil. Los astronautas suelen experimentar mareos, problemas de equilibrio y debilidad muscular. La rehabilitación es crucial para la recuperación, y puede llevar semanas o incluso meses para que el cuerpo vuelva a la normalidad.

Algunos de los efectos de los viajes espaciales, como la pérdida de densidad ósea y los cambios en la visión, pueden persistir durante años después del regreso a la Tierra. Los estudios sugieren que el riesgo de hipotensión ortostática puede mitigarse con contramedidas de ejercicio agresivo durante el vuelo, aunque la atrofia cardíaca observada durante la reentrada puede persistir temporalmente.

Preparación para futuras misiones de larga duración

Con planes para enviar humanos a Marte y otras partes del sistema solar, los efectos de los viajes espaciales en el cuerpo humano se convierten en una preocupación aún mayor. Las misiones a Marte, por ejemplo, podrían durar hasta tres años, lo que requerirá nuevos enfoques para proteger la salud de los astronautas durante y después de la misión.

Se están desarrollando nuevas tecnologías para abordar los desafíos de los viajes espaciales de larga duración, incluidos trajes espaciales avanzados que protegen contra la radiación y hábitats que simulan una gravedad similar a la terrestre. Además, se está explorando la inteligencia artificial para predecir riesgos para la salud y ayudar en el diagnóstico y tratamiento en tiempo real, garantizando la salud y el bienestar de los astronautas en futuras misiones.

Los viajes espaciales representan una frontera fascinante y desafiante para la humanidad. Sin embargo, los efectos adversos en el cuerpo humano exigen una atención cuidadosa y soluciones innovadoras. A medida que avanzamos hacia misiones más largas y distantes, como un viaje a Marte, comprender y mitigar estos efectos será crucial para el éxito y la seguridad de los astronautas. El desarrollo de nuevas tecnologías, incluida la inteligencia artificial, será esencial para garantizar la salud y el bienestar de los astronautas en futuras misiones, permitiendo una exploración espacial segura y sostenible.

Referencias

How the human body changes in space. Disponible en: https://www.bcm.edu/academic-centers/space-medicine/translational-research-institute/space-health-resources/how-the-body-changes-in-space. Acceso en: 4 sept. 2024.

KRITTANAWONG, C. et al. Human Health during Space Travel: State-of-the-Art Review. Cells (Basel, Switzerland), v. 12, n. 1, p. 40, 2022.

La exploración espacial ha fascinado a la humanidad durante décadas, con avances tecnológicos que permiten misiones tripuladas más allá de la órbita terrestre. Sin embargo, estos viajes presentan desafíos significativos para la salud humana. El entorno espacial es muy diferente al de la Tierra, y la exposición prolongada puede afectar profundamente al cuerpo. Este texto explora cómo el cuerpo humano reacciona a la microgravedad, la radiación cósmica y otras condiciones espaciales, así como los desafíos que podrían enfrentar las futuras misiones de larga duración, como un viaje a Marte.

Microgravedad y sus efectos en el cuerpo humano

La microgravedad, una condición en la que las personas o los objetos parecen casi ingrávidos, se produce en el espacio debido a la reducción de la fuerza gravitacional. Los astronautas experimentan esta condición mientras están en órbita en la Estación Espacial Internacional (EEI).

En microgravedad, los músculos, especialmente los de las piernas y la espalda, no necesitan trabajar tanto para soportar el cuerpo, lo que lleva a la atrofia muscular, una reducción de la masa y la fuerza muscular. Incluso con ejercicio diario, los astronautas suelen regresar a la Tierra con músculos debilitados, lo que se debe a una disminución del volumen sanguíneo, menor presión arterial y una reducción en la fuerza cardíaca.

Además, la ausencia de una carga constante en los huesos, similar a la osteoporosis, provoca una pérdida significativa de densidad ósea, lo que aumenta el riesgo de fracturas. Durante una misión de seis meses en la EEI, los astronautas pueden perder hasta un 1% de su densidad ósea por mes. Los ejercicios de resistencia y los medicamentos, como los bifosfonatos, son esenciales para mantener la salud ósea durante misiones prolongadas.

Radiación espacial y riesgos para la salud

En el espacio, los astronautas se enfrentan a niveles mucho más altos de radiación cósmica que en la Tierra, donde la atmósfera y el campo magnético actúan como escudos protectores. Esta radiación, compuesta por partículas solares energéticas y rayos cósmicos galácticos, puede penetrar el tejido humano y dañar las células, afectando negativamente el microbioma intestinal, acelerando la aterosclerosis, remodelando los huesos e impactando la formación sanguínea.

La exposición prolongada a la radiación espacial aumenta significativamente el riesgo de cáncer, cataratas y enfermedades degenerativas, además de causar daños en el ADN, lo que puede llevar a mutaciones dañinas. En misiones de larga duración, como las previstas para Marte, este riesgo es aún mayor, ya que la radiación LET alta (Transferencia Lineal de Energía) puede causar disfunción cardíaca y cambios epigenéticos asociados con el desarrollo de cáncer.

Impacto en el sistema cardiovascular

En el espacio, la ausencia de fuerza gravitacional altera la distribución de fluidos en el cuerpo, lo que resulta en hinchazón facial, disminución del volumen sanguíneo en las piernas y aumento de la presión intracraneal, que puede provocar problemas como el "síndrome de la cara lunar" y dificultades visuales. Esta redistribución de líquidos también aumenta el riesgo de trombosis venosa durante misiones prolongadas.

Además, la falta de actividad física intensa en microgravedad puede llevar a un deterioro cardiovascular. El corazón pierde parte de su masa muscular y su capacidad para funcionar eficientemente sin el esfuerzo necesario para bombear sangre contra la gravedad, lo que provoca mareos y baja presión arterial al ponerse de pie tras regresar a la Tierra. Aunque estos cambios cardíacos suelen ser reversibles, el riesgo de arritmias, como la fibrilación auricular, puede aumentar debido a cambios estructurales en el corazón y su electrofisiología.

Alteraciones en el sistema inmunológico

Durante los viajes espaciales, el sistema inmunológico puede volverse menos efectivo, haciendo que los astronautas sean más susceptibles a infecciones virales y bacterianas. El estrés del entorno aislado y confinado en el espacio puede debilitar aún más las defensas del cuerpo, aumentando el riesgo de reactivación de virus latentes como el Epstein-Barr y el Citomegalovirus, lo que puede resultar en complicaciones inmunitarias como la "fiebre espacial".

Además, algunos virus, como los de la familia del herpes, pueden reactivarse en los astronautas debido a la inmunosupresión, incluso sin síntomas visibles, lo cual puede ser peligroso durante misiones largas donde el acceso a atención médica es limitado. Otro desafío es que las bacterias en el espacio tienden a ser más resistentes a los antibióticos, lo que representa un riesgo adicional para la salud de los astronautas.

Impactos psicológicos y cognitivos

Los astronautas enfrentan largos períodos de aislamiento y confinamiento durante las misiones espaciales, lo que puede provocar estrés psicológico, ansiedad, depresión y problemas de sueño. La falta de interacción social y la distancia de los seres queridos agravan estos desafíos.

Además, la microgravedad y la exposición prolongada a la radiación pueden afectar la función cognitiva, causando lagunas en la memoria, dificultad para concentrarse y problemas en la toma de decisiones. Estos problemas pueden agravarse con el "fog espacial", una condición caracterizada por la falta de enfoque y déficits cognitivos que pueden ocurrir en misiones prolongadas.

Alteraciones del ciclo del sueño

En el espacio, donde no hay un ciclo natural de día y noche, los astronautas pueden tener dificultades para mantener un ritmo de sueño regular. La ausencia de un ritmo circadiano natural puede provocar insomnio, somnolencia diurna y una menor calidad del sueño, afectando la salud y el rendimiento general.

Para mitigar estos efectos, la EEI utiliza sistemas de iluminación que simulan un ciclo de día y noche. Sin embargo, a pesar de estas medidas, los trastornos del sueño siguen siendo un problema común entre los astronautas, afectando su salud mental y física a largo plazo.

Desafíos de salud durante la reentrada y readaptación

Después de largas misiones espaciales, la readaptación a la gravedad terrestre puede ser difícil. Los astronautas suelen experimentar mareos, problemas de equilibrio y debilidad muscular. La rehabilitación es crucial para la recuperación, y puede llevar semanas o incluso meses para que el cuerpo vuelva a la normalidad.

Algunos de los efectos de los viajes espaciales, como la pérdida de densidad ósea y los cambios en la visión, pueden persistir durante años después del regreso a la Tierra. Los estudios sugieren que el riesgo de hipotensión ortostática puede mitigarse con contramedidas de ejercicio agresivo durante el vuelo, aunque la atrofia cardíaca observada durante la reentrada puede persistir temporalmente.

Preparación para futuras misiones de larga duración

Con planes para enviar humanos a Marte y otras partes del sistema solar, los efectos de los viajes espaciales en el cuerpo humano se convierten en una preocupación aún mayor. Las misiones a Marte, por ejemplo, podrían durar hasta tres años, lo que requerirá nuevos enfoques para proteger la salud de los astronautas durante y después de la misión.

Se están desarrollando nuevas tecnologías para abordar los desafíos de los viajes espaciales de larga duración, incluidos trajes espaciales avanzados que protegen contra la radiación y hábitats que simulan una gravedad similar a la terrestre. Además, se está explorando la inteligencia artificial para predecir riesgos para la salud y ayudar en el diagnóstico y tratamiento en tiempo real, garantizando la salud y el bienestar de los astronautas en futuras misiones.

Los viajes espaciales representan una frontera fascinante y desafiante para la humanidad. Sin embargo, los efectos adversos en el cuerpo humano exigen una atención cuidadosa y soluciones innovadoras. A medida que avanzamos hacia misiones más largas y distantes, como un viaje a Marte, comprender y mitigar estos efectos será crucial para el éxito y la seguridad de los astronautas. El desarrollo de nuevas tecnologías, incluida la inteligencia artificial, será esencial para garantizar la salud y el bienestar de los astronautas en futuras misiones, permitiendo una exploración espacial segura y sostenible.

Referencias

How the human body changes in space. Disponible en: https://www.bcm.edu/academic-centers/space-medicine/translational-research-institute/space-health-resources/how-the-body-changes-in-space. Acceso en: 4 sept. 2024.

KRITTANAWONG, C. et al. Human Health during Space Travel: State-of-the-Art Review. Cells (Basel, Switzerland), v. 12, n. 1, p. 40, 2022.

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